Santiago.-En tan solo seis años que tiene operando el Hogar de Madres, fueron acogidos mil 500 niños junto a sus progenitoras, algunos provenientes de naciones del caribe o comunidades distantes del país.
Sin embargo, la estrechez en que se desenvuelven, ha motivado al Voluntariado Jesús con los Niños se propone construir un local propio.
El proyecto que inició el día ocho de febrero del 2008, con el auspicio del entonces senador Francisco Domínguez Brito, apenas puede subsistir, debido a que la actual oficina senatorial de Julio César Valentín le quitó la ayuda que le permitiría pagar el alquiler.
La casa número ocho de la calle central está ubicado en el sector Los Platanitos, al norte de Santiago, y apenas se mantiene con los recursos propios del voluntariado y las ayudas de algunas personas.
Tuty Almonte de Zouain, presidenta del voluntariado dijo que la acogida es tal que llegan niños desde La Romana, Dajabón, Samaná, Jimaní y San Juan de la Maguana. También provienen desde naciones cercana como Haití o tan distantes como Jamaica y Trinidad y Tobago. La vivienda apenas tiene capacidad para doce niños juntos a sus madres. Entre los planes del Voluntariado está la construcción de una nueva vivienda con capacidad para 28 a 30 habitaciones.
Esto serviría no solo para albergar a los que acuden a las cirugías, sino para los de oncología, ortopedia y quemaduras. Los terrenos que serían donados por la alcaldía de Santiago están ubicados a escasos metros del hospital infantil Arturo Grullón.
Además contarán con sala para que las madres en el momento que estén en la casa puedan aprender oficios como bordados, cocina industrial. Igualmente contará con áreas para niños con cáncer y sala de tara que sería manejada junto con el ministerio de Educación.
Almonte de Zouain dijo que tan solo en el año 2012 fueron 360 los que ocuparon la vivienda y 300 en el 2011.
“La demanda cuando hay jornada de cirugías aumenta y se llenan las camas. Muchas veces llegan pacientes haitianos como el caso de un niño que permaneció por espacio de un mes”; apunta la presidenta del voluntariado. Wendy Abreu, una joven madre que vino de la comunidad de Jarabacoa y que lleva prácticamente dos semanas con su hijo en el área de neonatal en el hospital Arturo Grullón, considera este programa como una bendición. Dice que le resultaría imposible venir a diario y pagar pasaje o poder alquilar un espacio.
